En una reciente entrevista, un preso español ha descrito la sorprendente transformación que ha experimentado en un centro penitenciario, donde afirma que el ambiente es «sano, sin drogas, tabaco o violencia». Esta declaración contrasta con la imagen comúnmente negativa de las prisiones y destaca un enfoque centrado en la rehabilitación y el bienestar de sus internos. Según el recluso, la prisión ofrece un entorno que promueve hábitos de vida saludables, contribuyendo así a su aspecto saludable y a la mejora general de su calidad de vida durante el encarcelamiento.
El relato del interno subraya un paradigma diferente en el sistema penitenciario, donde la ausencia de sustancias adictivas y comportamientos violentos permite a los presos concentrarse en su recuperación personal y reintegración en la sociedad. El testimonio del preso refuerza la idea de que, con las políticas adecuadas, las prisiones pueden convertirse en un espacio para el cambio positivo y la segunda oportunidad. Este modelo de gestión carcelaria destaca como un innovador ejemplo de cómo la implementación de prácticas saludables puede influir positivamente en la vida de los reclusos y la percepción pública de las instituciones penitenciarias.
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