En un regreso a la esfera pública tras semanas de especulaciones sobre su salud, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, ha intensificado su enfrentamiento con la comunidad internacional. Ortega amenazó con expulsar a cualquier diplomático que, según él, se entrometa en los asuntos internos del país, una declaración realizada durante un acto militar el 2 de junio. Este aviso se produce en medio de un panorama cada vez más autoritario bajo el régimen de Ortega y su esposa, Rosario Murillo. Entre las medidas recientes de represión, el gobierno ha arrestado a oficiales del Ejército, desmantelado el sistema judicial y reformado la Constitución para legalizar el despojo de nacionalidades.
La tensión diplomática no es nueva para el régimen de Ortega y Murillo, que ya ha expulsado a varios representantes extranjeros, incluyendo al embajador de Brasil en 2024 y al nuncio del Vaticano en 2022. Ortega mencionó como referencia un caso reciente en Cuba, sugiriendo que no tolerará injerencias similares en Nicaragua. Fuentes internas aseguran que el régimen ha implementado controles estrictos sobre las actividades del cuerpo diplomático, eliminando la figura de «decano diplomático» y limitando las actividades y movimientos de los diplomáticos. Estas tensiones subrayan el aislamiento creciente de Nicaragua en el contexto internacional.
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