La plaza de toros de Madrid vivió una tarde memorable con la actuación del maestro de Linares, cuyas muñecas dibujaron faenas que arrancaron lágrimas de emoción del público. La destreza y la sensibilidad del torero se reflejaron en cada pase, logrando conmover a una audiencia completamente entregada. La rotundidad del colombiano, por su parte, destacó con una ejecución precisa y poderosa, consolidándose como una figura indiscutible de la jornada. Ambos toreros marcaron una tarde histórica que será recordada por los asistentes y aficionados al arte taurino.
A última hora, Olga Casado sorprendió al incorporarse a la salida a hombros, sellando una lidia considerada sobresaliente. Su inclusión en esta icónica despedida fue un reconocimiento a su entrega y valentía en el ruedo, contribuyendo a elevar aún más el nivel de la corrida. La ovación de los presentes resonó fuerte, reflejando una mezcla de admiración y gratitud hacia los toreros. La jornada no solo emocionó, sino que reafirmó el valor y la tradición del toreo en una de las plazas más emblemáticas del mundo.
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