Se avecina un esperado encuentro entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladímir Putin y Donald Trump, con el objetivo de lograr un avance decisivo hacia la paz en Ucrania. La reunión, que podría tener lugar la próxima semana, se produce en medio de un torbellino de declaraciones contradictorias y tensiones crecientes. Trump ha establecido un plazo de «10 a 12 días» para que Rusia alcance un acuerdo de paz con Ucrania, bajo la amenaza de imponer aranceles punitivos si no se logra un avance. El encuentro se presenta como un regalo para Putin, ya que le concede una negociación directa con Washington, que podría servir para ganar tiempo y continuar con sus objetivos en Ucrania.
Sin embargo, la celebración de esta cumbre sin la presencia de Ucrania o la Unión Europea genera críticas y controversia. Moscú ha anunciado que la reunión será bilateral, mientras que Washington ha expresado que desea la participación del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. La ausencia de Europa en estas negociaciones resalta las preocupaciones sobre la soberanía de Ucrania y la estabilidad del continente. Además, el enfoque de Trump ha sido criticado por excluir a los países de la OTAN, que han sido un crucial respaldo para Ucrania. Las tensiones se intensifican mientras el conflicto sigue causando estragos, con cientos de miles de vidas perdidas, y la diplomacia anticuada y unilaterial amenaza con ignorar los intereses de las naciones más afectadas.
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