Real Madrid y Baskonia se preparan para enfrentar un desafío sin precedentes en la Liga ACB y la Euroliga: una semana «cuádruple» que les obliga a jugar 13 partidos en tan solo 34 días, una carga similar a la que afronta también el Barça. Este extenuante calendario ha suscitado críticas dentro de los equipos, especialmente por parte del entrenador del Real Madrid, Chus Mateo, quien ha manifestado su preocupación por la presión física que se ejerce sobre los jugadores, afirmando que se les está exigiendo ser «superhéroes». Este ritmo frenético de partidos no solo pone en juego la resistencia física de los deportistas, sino que también aumenta el riesgo de lesiones, un problema recurrente en temporadas con calendarios tan apretados.
El escenario actual refleja un problema más amplio en el baloncesto europeo, donde la sobrecarga de partidos responde a compromisos comerciales y televisivos, dejando en segundo plano la salud y el rendimiento a largo plazo de los jugadores. Tanto Real Madrid como Baskonia, equipos con plantillas profundas y de calidad, se enfrentan al reto de gestionar las rotaciones y conservar la energía de sus jugadores clave para mantener el nivel competitivo en ambas competiciones. La situación abre un debate sobre la sostenibilidad de este tipo de calendarios y plantea preguntas sobre cómo balancear las exigencias comerciales con el bienestar de los atletas, un dilema que las organizaciones deportivas deberán abordar para evitar desgastar a sus estrellas.
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