La dependencia tecnológica de Estados Unidos y la falta de infraestructura propia amenazan la resiliencia digital de España. En un contexto donde las tensiones geopolíticas se intensifican, Europa se plantea responder con aranceles a las políticas comerciales de EE. UU., lo que podría incluir medidas sobre servicios digitales como AWS, Microsoft Azure, Oracle Cloud o Google Cloud. Este escenario no solo es probable, sino que presenta un grave riesgo para la continuidad digital en países como España, donde la administración pública y sectores estratégicos dependen significativamente de proveedores extranjeros.
A pesar del avance en digitalización, España aún está lejos de lograr la soberanía digital. Gran parte de las infraestructuras —como plataformas de inteligencia artificial y servicios públicos— dependen de control extranjero. Aunque ciudades como Madrid y Barcelona son importantes nodos, todavía no alcanzan el nivel de Fráncfort o París. Se estima que España necesitaría duplicar su capacidad actual con al menos 600 megavatios adicionales de potencia TI y una infraestructura de almacenamiento que soporte decenas de exabytes para alcanzar una independencia tecnológica efectiva.
Además, España enfrenta obstáculos como la falta de profesionales especializados y burocracia para habilitar nuevos centros, lo que retrasa el fortalecimiento de una red de datos nacional robusta.
Sectores como la administración pública, sanidad, energía y banca están en riesgo. Un aumento repentino de precios o interrupciones de servicios en la nube estadounidense impactaría de inmediato en servicios digitales, historiales clínicos, redes eléctricas inteligentes y plataformas financieras.
El camino hacia la autonomía digital en España requiere una hoja de ruta clara. A corto plazo, se debe promover la diversificación de servicios cloud y auditar la dependencia digital. A medio plazo, se deben incentivar centros de datos soberanos y acelerar permisos de construcción. A largo plazo, se deben fomentar alianzas público-privadas para desarrollar una infraestructura tecnológica controlada por europeos.
Reforzar la conectividad con Europa, reutilizar infraestructuras existentes y asegurar que los datos sensibles permanezcan dentro del territorio nacional son pasos cruciales.
La soberanía digital no solo es una inversión estratégica similar al sector energético, sino también una oportunidad para que España se fortalezca como un nodo estratégico en el sur de Europa. La autonomía digital es esencial para proteger el país de futuras crisis y mejorar la competitividad global de las empresas españolas. En resumen, la soberanía digital es una necesidad de Estado, no un lujo.
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