El 28 de abril de 2025 será recordado en Madrid como un día emblemático de caos y supervivencia tras un apagón eléctrico masivo que paralizó la ciudad. Desde el mediodía, la vida cotidiana se transformó en un desafío donde la tecnología cedió ante el mundo analógico. Las estaciones de tren y metro se convirtieron en puntos de concentración para miles de personas que intentaban regresar a sus hogares, en una ciudad donde los semáforos no funcionaban y el tráfico se detenía en cada esquina. Las calles se llenaron de gente, algunos con transistores informándose sobre el origen del apagón, mientras que otros recurrían a velas y linternas, recursos que rápidamente desaparecían de los estantes de los supermercados.
Los detalles del apagón se extendieron rápidamente, y las reacciones ciudades aledañas no se hicieron esperar. Locales comerciales cerraron por temor a saqueos, y las compras se realizaban entre rejas. Las autoridades intentaban mantener el orden y la calma, pero el desconcierto se palpaba en cada rincón de la capital. Mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, declaraba la emergencia nacional a petición de varias comunidades, los ciudadanos intercambiaban rumores y noticias a través de las pocas fuentes de comunicación que quedaban operativas. Sobre el asfalto caliente, un Madrid detenido esperaba ansioso el regreso de la electricidad, símbolo tangible de un día que demostró la fragilidad de la vida moderna.
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