El síndrome postvacacional afecta a un 30 % de los trabajadores españoles, provocando síntomas como cansancio, irritabilidad y falta de concentración al regresar al trabajo tras las vacaciones. Sin embargo, una realidad menos discutida es que muchas personas con discapacidad y sus familias no disfrutan de este tipo de descansos, debido a obstáculos logísticos y precios elevados de alojamientos adaptados. Esto transforma la pregunta de «¿cómo fueron tus vacaciones?» en un momento incómodo, generando frustración al comparar experiencias que no pueden vivir.
Ante la imposibilidad de un descanso convencional, algunos han encontrado alternativas que permiten desconectar y disfrutar del día a día. Se resalta la importancia de recurrir a lo que se conoce como las tres «D»: desconectar mediante actividades sencillas como la lectura o paseos, divertirse a través del humor y la risa, y disfrutar de momentos cotidianos. Estos pequeños gestos se convierten en respiros significativos que aportan bienestar, demostrando que el descanso no siempre está ligado a viajes lejanos, sino en la apreciación consciente de los momentos presentes.
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