En España, el debate sobre lo que define a la «clase alta» se encuentra en constante evolución, influenciado por factores económicos y cambios sociales. Según datos recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la renta media en el país para 2025 se sitúa en 1.790 euros mensuales, lo que sirve como referencia para clasificar las distintas clases sociales. Para ser considerado parte de la clase alta, un individuo debe ganar más de 3.581 euros al mes, equivalente a 42.972 euros brutos al año. Este umbral no sólo mide ingresos sino un estilo de vida asociado con mayores niveles de ahorro, inversiones y acceso a bienes de lujo. Sin embargo, estas cifras varían dependiendo de factores como la geografía y el tamaño del hogar, lo que puede alterar significativamente el poder adquisitivo real.
La clase baja, caracterizada por ingresos inferiores a 1.343 euros mensuales, enfrenta importantes desafíos económicos, especialmente en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, donde los costos de vida son más elevados. Las familias en esta categoría suelen tener dificultades para ahorrar o invertir, perpetuando una situación de desigualdad intergeneracional. Para quienes buscan ascender hacia la clase alta, se recomienda incrementar sus ingresos a través de oportunidades en sectores en crecimiento, una gestión financiera eficiente y diversificar sus inversiones. Estos factores, junto con la renta media, seguirán determinando la clasificación económica en España, subrayando que los ingresos altos son solo una parte del camino hacia el reconocimiento como clase alta.
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