La acusación contra Google es clara: la empresa estaría erosionando la web abierta a través de una serie de decisiones técnicas y comerciales. Según un ensayo titulado «Google is killing the open web», Google estaría reemplazando los estándares abiertos por tecnologías y APIs que favorecen un ecosistema más centralizado, beneficiando su negocio de publicidad y datos.
El análisis de esta situación arranca con un repaso a los años 90 cuando los estándares abiertos como HTTP, HTML y CSS dominaban la web. Con la llegada de Chrome en 2008, Google impulsó un ciclo de innovación que, para los críticos, estableció un «poder de facto» desplazando a organismos como el W3C.
El año 2013 fue crucial con el cierre de Google Reader, debilitando el uso de RSS. Otras decisiones como la salida de MathML de Chrome o el golpe a XSLT/XML marcaron un cambio hacia un mayor control de Google.
En 2015, la introducción de AMP y la deprecación de la etiqueta
Entre 2018 y 2020, vimos la desaparición del soporte nativo para RSS en navegadores como Chrome y Firefox, y el intento de ocultar URLs, lo que, según críticos, reduce la capacidad de evaluar el origen de la información.
El periodo de 2019 a 2023 trajo nuevos cambios, como el Manifest V3, que limitó los bloqueadores de anuncios, y el cuestionado formato JPEG XL, eliminado a pesar de sus ventajas en compresión.
En el futuro cercano, se esperan más debates sobre XSLT y la posible eliminación de su soporte en navegadores, lo que obligaría a transformaciones del lado del servidor.
Google argumenta que sus decisiones se basan en la seguridad y la baja adopción de algunas tecnologías. Sin embargo, para los críticos, esto refleja una política de mantenimiento que favorece la centralización.
Con la poderosa posición de Chrome en el mercado, las decisiones de Google se convierten en normas para gran parte de la web. La erosión de estándares como XSLT y RSS representa un estrechamiento en la diversidad de maneras de publicar en la web, impulsando la dependencia de JavaScript y servicios centralizados.
Frente a esto, se recomienda a usuarios y desarrolladores mantener visibles tecnologías como RSS y XSLT, apostar por la diversidad en navegadores, y participar en conversaciones que puedan influir en las prioridades tecnológicas.
A largo plazo, una web saludable es aquella que equilibra la adopción de nuevas tecnologías con la conservación de rutas que otorgan autonomía y diversidad, asegurando así un espacio menos centralizado.
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