En su reciente intervención en el foro económico mundial de Davos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha instado a la Unión Europea a relajar sus regulaciones con el fin de favorecer la competitividad empresarial. Trump argumenta que el actual marco regulatorio europeo frustra a los negocios al requerir excesivo tiempo para la aprobación de proyectos. Contó una experiencia personal para ilustrar su punto: un proyecto en Irlanda que recibió aprobación en una semana, pero que habría requerido entre cinco y seis años para obtener el visto bueno de la UE. Trump percibe esta burocracia como un obstáculo innecesario, citado como un inconveniente durante su primera interacción con la normativa de la UE.
Adicionalmente, Trump criticó los altos impuestos y aranceles de la Unión Europea, declarando que Estados Unidos podría tomar medidas para remediar la situación, que se considera perjudicial para el comercio estadounidense. Afirmó que la UE restringe la compra de productos agrícolas y automóviles estadounidenses, mientras los productos europeos tienen acceso al mercado estadounidense, generando un déficit comercial desfavorable para EE.UU. Según Trump, estas prácticas comerciales injustas justifican una acción correctiva, presionando nuevamente al bloque europeo para que agilice sus procesos regulatorios y, con ello, permita una competencia más justa para las empresas, asegurando que su intención es positiva dado su aprecio por Europa.
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