Cristina Kirchner, ex presidenta de Argentina y líder opositora del peronismo, ha comenzado a cumplir una sentencia de seis años de prisión por corrupción en su domicilio con tobillera electrónica. La Corte Suprema confirmó la condena por la causa Vialidad, donde se investigó la dirección de obras públicas en Santa Cruz a favor del empresario Lázaro Báez. La decisión judicial prescinde del traslado a tribunales, neutralizando una gran manifestación planificada por el peronismo en apoyo a Kirchner. Este evento marca un hito en la política argentina, siendo la primera vez que un exmandatario es condenado definitivamente por corrupción.
Mientras tanto, el peronismo ajusta su estrategia política ante el gobierno ultraderechista de Javier Milei, convocando a una marcha alternativa para expresar su descontento con lo que consideran una proscripción política. La situación ha generado una tregua en las internas del partido, poniendo en pausa conflictos como los surgidos tras la última derrota electoral. Kirchner, inspirándose en figuras históricas como Lula da Silva y Juan Domingo Perón, busca fortalecer su liderazgo desde su residencia en Buenos Aires, en medio de la expectativa de apelar a instancias internacionales como la CIDH. En este contexto, la ultraderecha mantiene silencio estratégico, observando cómo el peronismo cobra impulso en un entorno de resistencia.
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