Antes incluso de su anuncio oficial, ya se han generado tensiones en el círculo presidencial debido a la percepción de que el nuevo equipo de gobierno está demasiado inclinado hacia la derecha. La controversia parece surgir de las primeras informaciones filtradas sobre la composición del gabinete, que han provocado una reacción adversa en sectores cercanos al presidente. Estos desacuerdos internos ponen de manifiesto la dificultad para mantener la cohesión dentro del equipo de gobierno, especialmente en momentos cruciales previos a la presentación de nuevas políticas o reformas.
El descontento interno en el bando presidencial no solo refleja diferencias ideológicas, sino que también anticipa posibles conflictos en la ejecución de la agenda del gobierno. La inclinación percibida hacia la derecha podría influir en la toma de decisiones y generar divisiones más profundas, afectando la estabilidad y la efectividad del liderazgo presidencial. Este escenario plantea desafíos adicionales para el presidente, quien deberá equilibrar las distintas corrientes dentro de su equipo para evitar una fragmentación que podría debilitar su administración frente a la opinión pública y la oposición política.
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