La célebre afirmación «Lo conseguiremos» de Angela Merkel se siente ahora distante en Alemania, mientras el país revisita su política migratoria casi una década después de acoger a un millón de refugiados sirios. El reciente atentado yihadista en Solingen ha agitado el debate sobre la inmigración, con el líder de la CDU, Friedrich Merz, exigiendo medidas drásticas al canciller Olaf Scholz. Merz propone cambiar las leyes para rechazar a refugiados sirios y afganos en las fronteras, aumentando la presión en un contexto preelectoral. Scholz prometió aumentar las deportaciones y frenar las entradas irregulares, pero enfrenta críticas sobre la eficacia de sus políticas. La discusión se agudiza con estadísticas que vinculan a inmigrantes con delitos violentos, y la supervisión de los cuerpos de seguridad e inteligencia está bajo escrutinio. Desde 2015, Alemania ha recibido a 2,7 millones de solicitantes de asilo y 1,2 millones de refugiados ucranianos, un número que incluso Scholz admite es elevado.
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