En medio de un conflicto bélico persistente, la salud de los recién nacidos se ha vuelto una preocupación crítica debido a las condiciones extremas que enfrentan sus madres. Muchas de estas mujeres sufren de desnutrición severa, lo que ha resultado en un aumento alarmante de partos prematuros. La falta de acceso a alimentos nutritivos compromete no solo el desarrollo prenatal de los bebés, sino también la capacidad de las madres para amamantarlos adecuadamente. Esta situación pone en peligro la supervivencia y el futuro de cientos de infantes en la región, donde los servicios de salud están desbordados y los recursos son extremadamente limitados.
Organizaciones humanitarias han intentado intervenir, pero el acceso restringido a las zonas de conflicto y la insuficiencia de suministros agravan el problema. Los esfuerzos por proporcionar ayuda nutricional y médica se ven frecuentemente obstaculizados por la inseguridad y la falta de infraestructura. Las comunidades locales también enfrentan desafíos considerables para ofrecer apoyo a las madres, en un entorno donde cada vez es más difícil satisfacer las necesidades básicas. Esta crisis humanitaria subraya la urgente necesidad de una respuesta internacional coordinada para abordar tanto las causas inmediatas como las estructurales que perpetúan la desnutrición y el sufrimiento en la región.
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