En el panorama actual del sector agrícola, los productores enfrentan una serie de desafíos que amenazan su sostenibilidad y atractivo. La rentabilidad de las granjas ha experimentado una notable caída, motivada por la elevada dedicación que estas actividades requieren, junto con las significativas cargas burocráticas que deben ser atendidas. Estas condiciones están erosionando el interés de nuevos emprendedores por ingresar al ámbito agrario, mientras los actuales productores luchan por mantenerse a flote. Los obstáculos burocráticos se suman a la lista de adversidades que los agricultores tienen que sortear diariamente, limitando su capacidad de innovación y adaptación en un mercado que demanda eficiencia y sostenibilidad.
A este complejo escenario se suma la competencia que representan los países del Mercosur, cuya capacidad para producir a menores costos se traduce en un desafío directo para los agricultores locales. Esto presiona aún más la viabilidad económica de las granjas, que no solo deben enfrentar las barreras internas, sino también la necesidad de competir en términos de precio y calidad a nivel internacional. Mientras el sector busca maneras de adaptarse y resistir estas corrientes adversas, las voces de los productores destacan la urgencia de revisar las políticas públicas que rigen el sector, con el fin de crear condiciones más atractivas y sostenibles que permitan a las explotaciones agrícolas locales prosperar en un mercado globalizado.
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