La devastadora DANA que azotó a Valencia ha dejado a más de 16.000 niños y adolescentes sin escolarizar y reducido el número de viviendas habitables a cifras alarmantes. Con solo 365 viviendas sociales disponibles para las 2.147 casas inhabitables tras el desastre, la emergencia habitacional es acuciante. Familias como la de Manuel, en Paiporta, se encuentran viviendo en condiciones precarias, compartiendo espacios limitados con seres queridos o incluso con desconocidos que han ofrecido temporalmente su ayuda. Mientras el gobierno y organizaciones auxiliares trabajan para proveer soluciones habitacionales, la necesidad supera con creces las ofertas actuales y el miedo a dejar hogares afectando los bienes personales es palpable. Además, la red de transporte, esencial para la movilidad diaria, no se reactivará hasta mediados de 2025, exacerbando el aislamiento de las comunidades afectadas.
En el ámbito educativo y sanitario, las consecuencias son igualmente serias. Centros educativos permanecen cerrados, afectando a la educación de miles de estudiantes, con regiones como Paiporta y Catarroja incapaces aún de proporcionar reinstalación adecuada de las clases. La llegada del equipo humano y los recursos necesarios ha sido lenta, lo cual ha retrasado el proceso de recuperación. Simultáneamente, aunque se ha reabierto la mayoría de los centros de salud, la infraestructura dañada y el riesgo de enfermedades relacionadas con el agua estancada siguen siendo preocupaciones centrales para los funcionarios de salud. Mientras los ciudadanos buscan regresar a una normalidad que se siente lejana, el gobierno regional enfrenta la presión de implementar medidas efectivas para resolver la crisis; y el sector empresarial estima pérdidas catastróficas que requieren ayudas significativas para la reconstrucción.
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