La situación en Darfur ha vuelto a adquirir tintes alarmantes, evocando recuerdos de conflictos pasados en Sudán. En tan solo diez días, la región ha sido escenario de una escalada de violencia que ha cobrado la vida de aproximadamente 90 civiles. Las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) son señaladas como responsables de estas masacres, en el marco de una ofensiva paramilitar contra El Fasher, la capital de Darfur del Norte, controlada por el ejército nacional, y el abarrotado campamento de Abu Shouk.
Entre el 11 y el 20 de agosto, se han confirmado 89 asesinatos, de los cuales 16 se clasifican como ejecuciones sumarias, principalmente en Abu Shouk. La dimensión étnica de algunos de estos actos de violencia ha suscitado la alarma de las autoridades por un posible aumento de conflictos comunitarios. Muchos de los asesinatos en el campamento afectaron a miembros de la tribu Zaghawa, y un individuo fue asesinado tras identificarse como parte de la tribu Berti. La ONU ha calificado dichos actos, motivados por motivos étnicos, como serias violaciones del derecho internacional humanitario.
La situación en la región se agrava cada día más. Al menos 40 hombres desplazados fueron secuestrados el 16 de agosto, lo que intensifica la urgencia humanitaria en El Fasher, ciudad que ya enfrenta niveles críticos de supervivencia tras un año de asedio. La perspectiva de hambruna se cierne no solo sobre la ciudad sino también sobre toda el área de Darfur del Norte. Además, los ataques contra la ayuda humanitaria han aumentado, como sucedió recientemente con un convoy de la ONU en Mellit.
La crisis de salud añade otra capa de urgencia. La Organización Mundial de la Salud reporta brotes de cólera en al menos 18 estados sudaneses, con más de 100,000 infecciones desde julio de 2024 y más de 2,700 muertes. La propagación es veloz, y los niños menores de cinco años son especialmente vulnerables. El colapso de los servicios de salud, precipitado por el conflicto y el desplazamiento masivo, ha dejado al 38% de las instalaciones sanitarias inoperativas y ha mermado los niveles de vacunación. La desnutrición es galopante, con 20,000 niños hospitalizados este año, en medio de constantes ataques a centros médicos.
La comunidad internacional observa con creciente inquietud cómo Darfur se ve empujada hacia una nueva crisis humanitaria, mientras se pide el cese inmediato de la violencia y se subraya la necesidad de un acceso seguro a la ayuda humanitaria.