India ha puesto en marcha un ambicioso plan para consolidarse como una potencia mundial en semiconductores, un sector crucial para su soberanía tecnológica. Con la India Semiconductor Mission (ISM) lanzada en 2021, el país busca no solo reducir su dependencia de importaciones, sino también atraer inversiones significativas que impulsen su industria tecnológica.
El proyecto más destacado es la planta de fabricación de chips de Tata Electronics en Dholera, Gujarat, realizada en colaboración con la taiwanesa Powerchip Semiconductor Manufacturing Corporation (PSMC). Valorado en 11.000 millones de dólares, este proyecto es fundamental para las aspiraciones del país. A pesar de un comienzo prometedor, la iniciativa enfrenta un desafío inesperado: la crisis global de tierras raras y minerales críticos.
Originalmente, la planta tenía previsto iniciar su producción de obleas a finales de 2026. Pero ahora, los expertos prevén que el calendario se retrase a mediados de 2027, o incluso más, debido a la escasez de minerales esenciales como el neodimio, disprosio, terbio, molibdeno y hafnio. China, que domina más del 60 % de la producción y refinado mundial de estos materiales, y las tensiones geopolíticas han complicado su acceso, poniendo en riesgo la producción.
La planta de Tata es crucial para la estrategia del gobierno indio de «Make in India», un esfuerzo por convertir al país en un hub global de manufactura, especialmente en tecnologías críticas como automoción eléctrica, defensa, y telecomunicaciones. Sin embargo, la dependencia de importaciones, especialmente de China, podría convertir estos ambiciosos planes en un castillo de naipes.
En la industria de los semiconductores, las tierras raras son indispensables para el funcionamiento de múltiples procesos como la litografía y el pulido de obleas. Sin un suministro estable, los costos de producción podrían aumentar significativamente, y los plazos podrían prolongarse hasta el horizonte 2030.
Ante esta situación, el gobierno indio ha tomado medidas al lanzar una Misión de Minerales Críticos con financiación para diversificar proveedores y desarrollar reservas locales, buscando cooperar con países como Australia y América Latina. Además, se han impulsado proyectos paralelos de ensamblaje y empaquetado de chips para fortalecer la cadena de valor nacional.
La planta de Tata no está sola en su esfuerzo. La alianza con PSMC y la contratación de expertos de Japón, Corea y Taiwán aportan el conocimiento necesario para enfrentar los desafíos técnicos. Sin embargo, la dependencia de materiales y equipos especializados sigue siendo un escollo difícil de sortear.
Para competir en un mercado ya saturado donde TSMC y Samsung tienen liderazgo, Tata debe primero satisfacer la demanda doméstica en sectores estratégicos. Si logra estabilizar su producción, podría plantearse futuros planes de exportación.
El desafío de Tata es inmenso: no solo debe construir una fábrica altamente compleja, sino también asegurar un suministro constante de materiales críticos. Mientras el reloj avanza, el éxito de este proyecto se convierte en una carrera contra el tiempo, reflejando las vulnerabilidades globales en la cadena de suministro.
La conclusión es clara: el futuro del sector de semiconductores indio depende en gran medida de la geopolítica. El éxito o fracaso de la planta de Tata en Gujarat no solo determinará el destino de Tata Electronics, sino también la posición de India en el escenario global de semiconductores.
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