Rob Wilson, un entomólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, ha observado desde 2018 una preocupante disminución en la población de mariposas en sus paseos regulares por el campo de Colmenar Viejo. Su metodología consiste en realizar transectos, un método en el que imagina una caja a su alrededor para contabilizar los lepidópteros que pasan por ella. A pesar de que sus observaciones no son formalmente científicas, las tendencias apuntadas por Wilson reflejan una disminución global de mariposas que se extiende por Europa y Estados Unidos. En el país norteamericano, un estudio publicado en la revista Science confirma que el 22% de las especies registradas han visto reducidos de forma drástica sus números desde el año 2000, principalmente debido al cambio climático, que se manifiesta con mayor intensidad en las regiones sureñas del país.
En Europa, la situación es igualmente alarmante y los datos históricos muestran una disminución severa en la población de mariposas en países como Bélgica, el Reino Unido y los Países Bajos. En estos lugares, la urbanización, la intensificación de la agricultura y el uso de pesticidas han reducido significativamente sus hábitats. Esta tendencia se extiende hasta el sur del continente, donde investigadores en Cataluña y Sierra Nevada han reportado descensos similares, aunque también notan un desplazamiento de especies hacia altitudes más altas o zonas más al norte, adaptándose al calentamiento global. El cambio climático, junto con los cambios en el uso del suelo, se revela así como un adversario formidable para la supervivencia de estas frágiles criaturas, cuyos números cuentan una historia clara de vulnerabilidad y pérdida.
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