América Latina enfrenta una alarmante crisis de salud pública a medida que la región se ve golpeada por la mayor epidemia de dengue registrada desde 1980. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el continente ha documentado una cifra récord de 12,6 millones de casos, triplicando el reporte del año anterior. Esta situación ha provocado más de 21.000 casos severos y superado las 7.700 muertes.
Los países más afectados son Argentina, Brasil, Colombia y México, concentrando el 90% de los casos y el 88% de las muertes. Brasil, en particular, sufre el impacto más devastador. Los niños son un grupo de alto riesgo; en Guatemala, el 70% de las muertes por dengue ocurren en menores, y en naciones como Costa Rica, México y Paraguay, más de un tercio de los infectados son menores de 15 años.
Jarbas Barbosa, director de la OPS, ha señalado que el aumento de casos está vinculado a condiciones climáticas que benefician la proliferación de mosquitos, además de problemas como la urbanización descontrolada, la acumulación de agua y un mal manejo de residuos. No obstante, enfatiza que la región no está desamparada, gracias a la Estrategia de Gestión Integrada para la Prevención y Control de Enfermedades Arbovirales, que ha ayudado a contener los casos más graves y mortales.
En respuesta a la crisis, países como Brasil, Argentina y Perú han comenzado la administración de vacunas contra el dengue. Honduras también considera incorporarlas a partir de 2025. Sin embargo, Barbosa advierte que las vacunas actuales no detendrán de inmediato la propagación del virus, y urge a los gobiernos a implementar medidas de prevención efectivas, como el uso generalizado de repelentes.
Paralelamente, la OPS observa un incremento en los casos del virus Oropouche, con 11.600 reportes en 12 países, principalmente Brasil. Aunque los números no son tan altos como los del dengue, su expansión geográfica preocupa a las autoridades de salud.
Además, el virus H5N1 de la gripe aviar presenta un creciente desafío con un aumento en los casos animales detectados en 19 países del continente. Aunque las infecciones humanas son bajas, la vigilancia continua es crítica para comprender la evolución del virus.
Barbosa ha instado a una colaboración más estrecha entre los sectores de salud humana, animal y ambiental, destacando que la cooperación regional es vital para enfrentar estos retos sanitarios. “La coordinación y el intercambio de información entre países son fundamentales para salvar vidas”, concluyó.