El prolongado asedio del ejército israelí en el norte de la Franja de Gaza ha desencadenado una crisis humanitaria que pone a la región al borde de una hambruna inminente, según lo advierte el Comité de Revisión de la Hambruna (FRC). Las organizaciones humanitarias, como Acción contra el Hambre, enfrentan enormes desafíos para operar en la zona, ya que las estrictas limitaciones de acceso y la escasez extrema de alimentos han dejado a miles de personas en condiciones críticas. Desde octubre, los ataques aéreos israelíes han asolado infraestructuras vitales, incluyendo panaderías y terrenos agrícolas, lo que ha llevado a una paralización casi total de la producción y el acceso a alimentos. La comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, ha presionado a Israel para permitir la entrada de ayuda humanitaria, una solicitud que hasta ahora no se ha cumplido a cabalidad.
En medio de esta compleja situación, la población de Gaza enfrenta una serie de desafíos adicionales, como los desplazamientos forzados y un entorno de inseguridad alimentaria considerado de emergencia. Según datos de Naciones Unidas, el número de camiones que logran llevar suministros al enclave ha disminuido drásticamente, dejando a cientos de miles de personas dependientes de la precaria ayuda internacional. La devastación no solo afecta el acceso a alimentos, sino que también ha deteriorado el sistema sanitario y contaminado fuentes de agua, lo que empeora las condiciones de vida en la zona. El último análisis del IPC proyecta que la situación empeorará en los próximos meses, con millones de personas enfrentando niveles severos de inseguridad alimentaria. La comunidad internacional se enfrenta al reto de evitar que la situación escale a niveles de catástrofe, mientras que el asedio y los bombardeos continúan afectando a los más vulnerables.
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