La crema catalana, uno de los postres más icónicos de la gastronomía española, tiene sus raíces en la región de Cataluña y su tradición culinaria se remonta a la Edad Media. Este postre está compuesto por una suave crema aromatizada con canela y cáscara de limón, y se distingue por su crujiente capa de azúcar caramelizado. A menudo comparada con la crème brûlée francesa, la crema catalana destaca por su preparación única y el uso de ingredientes que le confieren un sabor singular. El primer registro escrito de su receta data del siglo XIV, lo que subraya su importancia histórica en la cocina catalana.
Para preparar este delicioso postre, se calienta leche con cáscara de limón y canela, se infunde y se mezcla con yemas de huevo, azúcar y maicena hasta lograr una consistencia homogénea. Esta mezcla se cocina a fuego lento hasta espesar y luego se distribuye en cazuelas individuales para enfriar y cuajar. Antes de servir, se espolvorea azúcar en la superficie y se carameliza con un soplete de cocina, logrando así el característico crujiente. Este contraste entre la cremosidad interior y la capa crocante de caramelo convierte a la crema catalana en un placer para el paladar y un final perfecto para cualquier comida mediterránea.
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