El mercado de cereales enfrenta una crisis debido a una conjunción de factores que han llevado a una caída significativa de los precios. La producción interna ha aumentado, con una cosecha estimada entre 23 y 25 millones de toneladas, impulsada por condiciones climáticas favorables. Sin embargo, esta abundancia se ha visto contrarrestada por una reducción en la demanda y, sobre todo, por las grandes importaciones de países productores. Agrupaciones como Asaja denuncian que estas importaciones masivas han llevado a los agricultores a pérdidas significativas, estimadas entre 50 y 60 euros por hectárea. Los rendimientos por hectárea son altos, pero los precios de venta no cubren los costos de producción, lo que pone en riesgo la sostenibilidad del sector.
El sector lechero también sufre altibajos, aunque en un contexto diferente. El precio de la leche ha aumentado ligeramente en medio de una oferta reducida, afectada por altas temperaturas y una disminución en el número de explotaciones. Desde el 2021, el número de granjas de vacuno ha disminuido significativamente, mientras que la producción de leche para 2025 se proyecta como la más baja de los últimos años. Aunque la carne ha ofrecido un rescate, llevando a muchas explotaciones a cambiar de enfoque, la falta de una estructura organizativa sólida y el ajuste ganadero continúan siendo desafíos importantes para el sector. Esto deja a la producción lechera en una situación precaria, agravada por la falta de relevo generacional y la dependencia de importaciones para satisfacer la demanda interna.
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