La historia de Iryna Strelnyk es emblemática del sentimiento de revancha que impulsa a muchas mujeres ucranianas tras la invasión de Rusia. Strelnyk, una ex periodista de Kiev, decidió cambiar su pluma por un fusil cuando su país fue atacado, uniéndose a las fuerzas armadas para defender su tierra y su familia. Su transformación de cronista a soldado refleja una narrativa de valor y determinación que no es aislada, dado que miles de mujeres en Ucrania han tomado las armas, dejando atrás sus vidas cotidianas para enfrentarse al enemigo. La participación femenina en el conflicto no solo responde a un sentido de deber patriótico, sino también a un profundo deseo de justicia y retribución frente a las agresiones sufridas.
El Ejército ucraniano, tradicionalmente masculino, ha visto un incremento significativo de mujeres en sus filas desde el inicio de la guerra. Además de combatir en el frente, estas mujeres han asumido roles en logística, inteligencia y sanidad, demostrando una notable capacidad de adaptación y compromiso. La presencia femenina en el conflicto es también un símbolo de resistencia cultural, desafiando estereotipos de género y convirtiéndose en una fuente de inspiración para futuras generaciones. La decisión de mujeres como Strelnyk, de intervenir directamente en la defensa del país, encapsula un fenómeno más amplio de movilización y resiliencia nacional frente a la adversidad.
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