El 50 aniversario de la fundación de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) se presenta en un contexto de agitación política y judicial. Esta celebración, que debería ser motivo de orgullo para el partido que durante décadas dominó la política catalana, coincide con el anuncio del juicio a la familia Pujol, un caso que ha captado la atención pública por su envergadura y las implicaciones que tiene para el legado de Jordi Pujol, una figura emblemática para CDC. El juicio, programado para noviembre de 2025, marcará un capítulo crucial en la historia contemporánea de Cataluña, poniendo en el banquillo a la familia del expresidente de la Generalidad por presuntos delitos relacionados con corrupción y enriquecimiento ilícito.
La coincidencia temporal de estos eventos resalta una ironía para CDC, subrayando las tensiones entre el pasado y el presente de la formación política. Mientras algunos miembros del partido abogan por un enfoque de renovación y limpieza de imagen, otros luchan por defender su legado y el impacto histórico del partido en la política regional. La celebración del aniversario se lleva a cabo bajo un manto de controversia e incertidumbre sobre el futuro del partido, que ha visto su influencia menguar a lo largo de los años ante nuevos movimientos políticos que buscan redefinir la identidad catalana. Con el juicio de los Pujol en el horizonte, tanto los antiguos como los actuales liderazgos de CDC se enfrentan al desafío de navegar las aguas tumultuosas de un legado marcado por tanto por el éxito como por el escándalo.
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