El reciente indulto del presidente Joe Biden hacia su hijo Hunter, quien enfrenta acusaciones de cargos federales por armas y evasión fiscal, ha generado un intenso debate en el ámbito político estadounidense, especialmente dentro del propio Partido Demócrata. Esta acción presidencial, aunque polémica, encuentra su respaldo en la Constitución de Estados Unidos, que otorga a los mandatarios la autoridad para conceder clemencia, la cual abarca tanto indultos como conmutaciones de penas. Si bien la clemencia presidencial se limita exclusivamente a sentencias federales y no se extiende a condenas resultantes de un proceso de destitución, el indulto de Biden se suma a una larga tradición de presidentes que han utilizado esta facultad para diversos fines.
Mirando hacia atrás, la práctica de conceder clemencias no es nueva. Donald Trump, durante su primer mandato, otorgó 237 actos de clemencia, mientras que su predecesor, Barack Obama, emitió un notable total de 1.927 órdenes de clemencia durante sus ocho años en el cargo. Estas acciones han variado en motivaciones y repercusiones, reflejando tanto decisiones de justicia compasiva como controversias políticas. El caso de Hunter Biden revive esta discusión nacional sobre el alcance y la ética del perdón presidencial, destacando la dualidad de una herramienta inherente al poder ejecutivo que, si bien es legal y frecuente, no está exenta de críticas y desafíos éticos dentro del complicado y a menudo polarizado entorno político estadounidense.
Leer noticia completa en El Pais.