El martes, el Kremlin informó que Ucrania había usado los misiles ATACMS, de largo alcance y fabricación estadounidense, en ataques dirigidos contra Rusia. Este hecho marcó un preámbulo al lanzamiento, al día siguiente, de los misiles Storm Shadow británicos en territorio ruso, algo inédito en los mil días de conflicto. Estos desarrollos destacan un cambio significativo en la dinámica bélica, señalando una clara postura de Occidente frente a Rusia. La decisión de permitir el uso de los ATACMS por parte del presidente estadounidense Joe Biden, tras meses de resistencia, refleja un giro estratégico motivado por la supuesta incorporación de tropas norcoreanas en apoyo a Rusia. Mientras tanto, el primer ministro británico Keir Starmer enfatizó la necesidad de intensificar el apoyo a Kiev, calificando el despliegue norcoreano como un aumento significativo en la tensión regional.
Por su parte, los misiles ATACMS y Storm Shadow cuentan con características que optimizan su impacto en el conflicto. Los ATACMS, capaces de alcanzar hasta 300 kilómetros, permiten golpear objetivos estratégicos rusos más allá del alcance de armamento convencional. Los Storm Shadow, con un alcance de 250 kilómetros, son lanzados desde aviones y se destacan por su capacidad de penetrar búnkeres reforzados. La autorización para su uso en territorio ruso representa una escalada en la ofensiva ucraniana, buscando neutralizar la amenaza de las tropas rusas en el frente. Este apoyo armamentístico, aunque crucial, llega en un momento donde Ucrania enfrenta desafíos internos para reforzar sus filas militares, en medio de una inminente ofensiva rusa. No obstante, la entrega y uso de estas armas avanzadas por Estados Unidos y Reino Unido reflejan un compromiso renovado para contrarrestar la influencia de Moscú y restaurar el control en zonas críticas del conflicto.
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