En medio de un intenso debate sobre inmigración en el Reino Unido, el gobierno laborista liderado por Keir Starmer ha tomado medidas drásticas y altamente visibilizadas para combatir la inmigración ilegal, en un intento por frenar el ascenso del partido populista de derecha Reform UK de Nigel Farage. A través de la publicación de vídeos que muestran operativos policiales, redadas y deportaciones, el Ministerio del Interior, bajo la dirección de Yvette Cooper, busca transmitir una imagen de determinación y mano dura. Las acciones han despertado críticas tanto dentro como fuera del partido, con sectores de la izquierda advirtiendo que podría legitimar la narrativa antinmigrante de la derecha.
Las políticas actuales incluyen un incremento significativo en las redadas y arrestos de inmigrantes ilegales, con un aumento del 38% respecto al año anterior, y la deportación de casi 19,000 personas desde que los laboristas asumieron el poder. Sin embargo, estas estrategias han provocado un fuerte debate interno en el Partido Laborista, con voces críticas como Diane Abbott, que argumentan que intentar competir con Reform UK en su retórica antiinmigrante es una estrategia fallida. A su vez, las medidas coinciden con la tramitación en el Parlamento de una nueva Ley de Inmigración que procura ampliar los poderes de seguridad fronteriza. Mientras tanto, los conservadores también buscan endurecer las políticas migratorias, proponiendo cambios que impactarían en la residencia de inmigrantes legales, intensificando así la disputa por políticas más restrictivas en un clima político ya tenso.
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