En sus cinco años como diputada, la mano derecha de Ortega Smith ha protagonizado episodios llamativos caracterizados por su postura combativa contra el feminismo. Se ha declarado fervientemente en contra de las corrientes feministas actuales, autodenominándose el «azote» de estos movimientos. Su postura ha generado intensos debates tanto dentro del hemiciclo como en la esfera pública, provocando reacciones polarizadas. Esta actitud desafiante ha consolidado su figura como una de las voces más críticas y mediáticas dentro de su partido.
Sus actuaciones como legisladora también la han llevado a enfrentar diversas controversias, ya que su discurso desafiante no solo se limitó al ámbito del feminismo, sino que también se extendió a otras áreas sensibles de la política nacional. A lo largo de su carrera, ha mantenido una estrategia comunicativa que busca atraer a sectores conservadores que comparten sus opiniones, consolidando así su posición y relevancia dentro de la esfera política dirigida por Ortega Smith. Su rol y sus declaraciones continúan marcando un estilo personal claro que ha dejado huella en el panorama político.
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