Desde 1967, tras la Guerra de los Seis Días, Israel ha mantenido un control militar sobre la Franja de Gaza, implementando restricciones que han limitado severamente la movilidad de los habitantes gazatíes. Originalmente, el control incluyó restricciones generales de movimiento que se intensificaron durante la década de 1990. Durante este periodo, se redujeron las zonas de pesca, se limitaron los permisos de trabajo y se restringió el paso en cruces claves como Erez. El año 1991 marcó un punto crucial, pues se impuso la necesidad de permisos específicos para salir de Gaza, lo que provocó una disminución notable en el número de residentes que podían entrar a Israel. Este régimen de cierre total se exacerbó tras incidentes violentos en 1993, cuando Israel implementó controles más estrictos sobre los territorios palestinos ocupados.
Posteriormente, tras la Segunda Intifada en el año 2000, Israel restableció el cierre completo de la Franja, ocupando territorios estratégicos y bloqueando cruces fronterizos clave, afectando drásticamente la vida diaria de los gazatíes. La situación se volvió aún más restrictiva en 2007 con la llegada de Hamás al poder en Gaza, momento en el cual Israel declaró la Franja como una «entidad hostil y enemiga», y suspendió el código de aduanas, asfixiando el comercio y movimiento de personas. En 2007, el flujo de personas se redujo drásticamente en comparación con los años anteriores, pasando de medio millón de salidas mensuales a cifras mínimas. Datos recientes indican una leve mejora en la salida de personas, aunque sigue siendo una fracción de lo que fue antes de las restricciones, reflejando un control sostenido que continúa afectando la vida de los gazatíes.
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