En las últimas semanas previas a las elecciones legislativas en Alemania, el debate político está intensamente centrado en la inmigración, catalizado por una serie de ataques protagonizados por refugiados en varias ciudades, incluido el reciente incidente en Aschaffenburg. El conservador Friedrich Merz, líder del bloque CDU-CSU, está avanzando propuestas que buscan establecer controles permanentes en las fronteras, alineándose con la dura postura de Alternativa para Alemania (AfD), tradicionalmente marginada en el espectro político. Esta aproximación ha generado controversia, ya que representa un giro significativo en las políticas alemanas, que históricamente han evitado cualquier cooperación con la ultraderecha desde la Segunda Guerra Mundial. La votación reciente en el Bundestag exhibió una inusual alianza entre los democristianos y AfD, lo que ha intensificado las críticas desde la izquierda y ha puesto en manifiesto el potencial fin del cordón sanitario contra la ultraderecha.
El Canciller alemán, Olaf Scholz, advierte que las propuestas de Merz podrían inspirarse en políticas similares a las del primer ministro húngaro Viktor Orbán, violando potencialmente la legislación europea al restablecer controles fronterizos dentro del espacio Schengen. Este enfoque es visto como un desafío significativo a los principios de libre circulación y asilo que caracterizan a la Unión Europea. A medida que las encuestas sitúan a los conservadores como favoritos para ganar las elecciones, con aproximadamente un 31% de intención de voto, se prevé que cualquier aprobación de legislación en esta dirección podría depender de la composición del futuro gobierno de coalición. Aunque el respaldo a las políticas restrictivas de inmigración crece entre el electorado, reflejado en encuestas con un 66% a favor del cierre de fronteras, el debate sigue siendo un campo de fuertes divisiones políticas y sociales en Alemania.
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