Los rebeldes sirios han realizado avances significativos en su intento de derrocar al presidente Bashar al-Assad, marcando un punto de inflexión crítico en el prolongado conflicto sirio. Este sábado, los insurgentes anunciaron su entrada en la ciudad estratégica de Homs, avanzando así hacia las puertas de Damasco desde diferentes frentes. La rapidez y eficacia de este avance ha sorprendido a los principales aliados de Assad, como Rusia e Irán, así como a otros actores internacionales que han estado involucrados indirectamente en el conflicto en el pasado, incluidos Estados Unidos e Israel. Estos movimientos han acentuado el cerco alrededor de Assad, quien enfrenta la mayor amenaza a su gobierno desde el estallido de las revueltas de la Primavera Árabe en 2011. Mientras tanto, las fuerzas del gobierno se concentran en defender Damasco y otras áreas estratégicas esenciales para su sustento, mientras su control sobre el país se reduce drásticamente.
La toma de Homs por parte de los insurgentes representa una importante victoria, ya que esta ciudad es clave para el control entre Damasco y las provincias costeras como Latakia y Tartus, áreas que constituyen la base de apoyo de Assad y albergan bases rusas cruciales. Tras el retiro del ejército sirio de gran parte del sur del país, los rebeldes han conseguido capturar más territorios, logrando controlar todas las capitales de provincia, a excepción de Damasco, Latakia y Tartus. La ofensiva ha sido liderada por Hayat Tahrir al-Sham, un grupo con raíces en Al Qaeda, lo que ha llevado al enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, a pedir una reunión urgente en Ginebra para discutir una transición política ordenada. En Damasco, el temor a un agravamiento del conflicto ha impulsado a la población a abastecerse de víveres y huir hacia la frontera con Líbano, exacerbando la crisis humanitaria que asola al país.
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