En un movimiento significativo dentro del panorama político del país centroamericano, el Congreso ha aprobado una modificación crucial al artículo 248 de su Carta Magna, permitiendo que se puedan realizar reformas constitucionales en el transcurso de una sola legislatura en lugar de las dos anteriormente requeridas. Este cambio normativo busca agilizar el proceso legislativo, ofreciendo a los gobernantes la capacidad de implementar cambios estructurales con mayor rapidez y eficiencia, al tiempo que plantea inquietudes sobre la concentración de poder y la posibilidad de que se realicen reformas sin el necesario consenso político y social. La modificación ha sido objeto de debates intensos, destacando las divisiones entre los que ven este avance como una herramienta para la modernización y aquellos que temen un debilitamiento de los frenos y contrapesos democráticos establecidos.
Este ajuste en el proceso de enmienda constitucional ha generado un amplio abanico de reacciones en el ámbito político y entre la ciudadanía. Algunos analistas y políticos han argumentado que la necesidad de una sola legislatura para modificar la Carta Magna podría facilitar reformas urgentes y necesarias, brindando una respuesta más ágil a los desafíos contemporáneos. Sin embargo, organizaciones defensoras de la democracia y partidos de oposición han manifestado preocupaciones en torno al potencial abuso del poder derivado de esta modificación, advirtiendo sobre el riesgo de que se puedan aprobar cambios sin un debate exhaustivo y sin la debida participación de diversos sectores de la sociedad. La implementación de esta medida estará bajo un férreo escrutinio nacional e internacional, siendo un punto de inflexión en la manera en que se gestionarán futuras reformas constitucionales en el país.
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