A solo 20 días de que Donald Trump asuma la presidencia de Estados Unidos, se ha desatado una visible polémica pública entre sus aliados más cercanos y el multimillonario Elon Musk, quien había sido considerado por Trump para reformar la administración pública. A pesar de esta intención inicial, algunas voces del círculo de Trump, como las de Laura Loomer y Matt Gaetz, han criticado abiertamente a Musk, sugiriendo que su cercanía con Trump podría estar deteriorándose. Steve Bannon, un ideólogo populista y antiguo asesor de Trump, también ha atacado a Musk en su podcast “War Room”, considerándolo como un intruso en el ámbito político estadounidense. Estas críticas, marcadas por descalificaciones personales, contribuyen a un clima de incertidumbre sobre la relación futura entre Musk y la nueva administración.
El contexto de esta disputa se centra en la defensa de Musk de los visados H-1B, un tipo de visa que permite a las empresas estadounidenses contratar trabajadores extranjeros con habilidades específicas. Esta postura ha generado un encendido debate sobre la política migratoria y la prioridad del talento nacional frente al internacional. Mientras figuras como Vivek Ramaswamy y Nikki Haley se oponen a estos visados, impulsando el argumento de invertir en el talento local, Musk ha argumentado a favor, señalando la importancia de estos visados en la creación de empresas influyentes como SpaceX y Tesla. A pesar de las críticas, Trump ha expresado públicamente su apoyo a los visados H-1B, aunque ha negado cualquier supeditación a Musk, aclarando en una reciente conferencia que no será este quien gobierne en su lugar. La cuestión ahora es si las tensiones registradas afectarán la estructura de poder dentro de la próxima administración.
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