La reconocida escritora irlandesa, famosa por sus éxitos de ventas, ha generado controversia al desafiar al líder laborista británico, Keir Starmer, con su reciente anuncio de que donará parte de sus derechos de autor a la plataforma Palestina Action. Esta organización ha sido ilegalizada en el Reino Unido por sus esfuerzos para frenar la colaboración industrial con Israel, acciones que han sido catalogadas como protestas radicales. La declaración de la autora ha intensificado las discusiones sobre la libertad de expresión y la responsabilidad ética de los artistas en el contexto político.
El hecho de que una figura literaria de su calibre se alinee públicamente con una causa tan polémica ha provocado reacciones mixtas en el ámbito cultural y político. Sus críticos argumentan que el acto es imprudente y potencialmente dañino, mientras que sus defensores lo ven como una postura valiente en pro de los derechos humanos. La decisión también ha puesto de relieve las tensiones dentro del Partido Laborista respecto a su postura sobre Palestina y las complejas relaciones internacionales que rodean el conflicto israelí-palestino.
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