Lo que comenzó como una sólida colaboración entre Microsoft y OpenAI podría transformarse en un escenario de tensión con efectos significativos más allá del ecosistema tecnológico. Según informes de Financial Times, las negociaciones para renovar y expandir el contrato que une a ambas empresas hasta 2030 están en un punto muerto, centrándose en dos temas críticos: la confidencialidad sobre una eventual Inteligencia Artificial General (AGI) y la exclusividad de Azure como plataforma de nube.
Estos desacuerdos no solo ponen en peligro una inversión de 10,000 millones de dólares de SoftBank, sino que también podrían retrasar o incluso descarrilar una esperada salida a bolsa de OpenAI, considerada una de las más importantes del sector tecnológico en años recientes.
La asociación entre Microsoft y OpenAI inició en 2019, cuando Microsoft invirtió 1,000 millones de dólares en OpenAI, estableciendo a Azure como infraestructura principal. En 2023, esta relación se profundizó con otros 10,000 millones de dólares, asegurando así a Microsoft un acceso exclusivo a los modelos de OpenAI y el 49% de los beneficios de su rama con fines de lucro. Este modelo le permitió a Microsoft liderar la carrera por la inteligencia artificial generativa, especialmente frente a competidores como Google y Amazon.
Uno de los puntos críticos en la negociación es la denominada “cláusula AGI”, que otorga a OpenAI el derecho de controlar cualquier posible modelo de AGI, evitando que Microsoft acceda a tal tecnología. Para OpenAI, esta cláusula representa un seguro de soberanía tecnológica, mientras que para Microsoft significa arriesgarse a quedar fuera del descubrimiento más importante de la informática contemporánea.
Otro aspecto de la disputa es la exclusividad de Azure. OpenAI busca diversificar sus servicios hacia Google Cloud y Amazon Web Services, ampliando así su cartera de clientes y reforzando su API como un negocio autónomo. Microsoft intenta mantener el monopolio que justificó su inversión inicial, aunque podría permitir operaciones en otras nubes bajo ciertas condiciones específicas.
La presión aumenta con el reloj en cuenta regresiva impuesto por SoftBank, que ha condicionado su inversión a que se cierre un acuerdo antes del fin de 2025. Un fracaso en las negociaciones podría llevar a una reestructuración accionarial que fortalecería aún más la posición de Microsoft en OpenAI.
La posibilidad de una oferta pública de venta (IPO) de OpenAI agrega otra capa de complejidad. Mientras la compañía sigue operando con pérdidas, acceder al mercado de capitales se torna urgente, ya que cualquier conflicto con Microsoft podría desincentivar a los inversores y afectar su valoración.
En paralelo, Microsoft ha comenzado a desarrollar sus propios modelos de inteligencia artificial, lo que se interpreta como un plan alternativo para reducir su dependencia de OpenAI. Este movimiento podría agregar presión a las negociaciones, ya que podría reducir el valor estratégico de la autonomía de OpenAI.
El resultado de esta disputa tendrá implicaciones directas para diversos sectores: el mercado de la nube, el capital riesgo en IA y las bolsas financieras, que observan detenidamente el futuro de OpenAI como una de las empresas tecnológicas más prometedoras de la década. Además, este conflicto refleja un enfrentamiento de modelos de negocio entre la protección de un avance tecnológico único como la AGI y el pragmatismo empresarial en busca de retornos garantizados para los accionistas.
El desenlace no solo afectará al valor de OpenAI y a la rentabilidad de Microsoft, sino que también podría redefinir el futuro de la industria de la inteligencia artificial.