La tensión en las gradas del estadio se ha vuelto palpable después de que un millar de seguidores decidieran no animar al equipo en respuesta a su descontento con la actuación de la Ertzaintza. Este grupo de seguidores no solo se abstiene de mostrar su apoyo habitual, sino que también ha comenzado a generar una atmósfera intimidante para el resto de la afición, dividida entre el deseo de animar a su equipo y el temor a represalias. La situación ha llamado la atención de los jugadores del equipo, quienes han manifestado su preocupación por el impacto emocional que esta división podría tener tanto en ellos como en el rendimiento del club.
Unai Simón, uno de los jugadores más destacados, no se mordió la lengua al describir la situación como «una mierda», dejando en claro el deterioro en la relación entre el equipo y su hinchada más apasionada. Del mismo modo, Iñaki Williams ha expresado su inquietud dentro del vestuario, subrayando el peso que esta situación tiene sobre los jugadores, quienes dependen fervientemente del aliento y la energía positiva de su afición para competir al máximo nivel. La creciente tensión solicita atención y diálogo entre las partes involucradas para restablecer un ambiente de unidad y apoyo esencial para el éxito del equipo.
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