En las últimas horas, la tensión en Oriente Próximo ha alcanzado nuevos picos, con Israel preparándose para una posible invasión terrestre en el sur del Líbano. El jefe de las Fuerzas Armadas de Israel, el general Herzi Halevi, justificó los ataques masivos del miércoles contra Hezbolá como parte de una estrategia para debilitar a la milicia y preparar el terreno para una posible incursión. En paralelo, Líbano ha registrado un aumento considerable de desplazados, con más de 90.000 personas forzadas a abandonar sus hogares debido a los bombardeos israelíes, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). La cifra total de desplazados en el país ya supera el medio millón, mientras que la cifra de muertos asciende a 51 y los heridos a 223 solo en los ataques más recientes.
En otra escalada significativa, Hezbolá lanzó por primera vez un misil tierra-tierra hacia Tel Aviv, el cual fue interceptado por las defensas aéreas israelíes. La comunidad internacional también está en movimiento; Estados Unidos y Francia trabajan en posibles propuestas de alto el fuego, aunque hasta ahora sin resultados concretos. Además, en Gaza, las autoridades sanitarias rechazaron recibir un contenedor con 88 cadáveres enviados por Israel debido a la falta de información sobre la identidad de las víctimas. Ante este escenario de creciente violencia y desplazamiento, la situación regional se mantiene altamente volátil y con pocas señales de resolución inmediata.
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