El pasado miércoles, Lisboa fue escenario del peor accidente en la historia de sus funiculares. Un informe preliminar del Gabinete de Prevención e Investigación de Accidentes con Aeronaves y Accidentes Ferroviarios (GPIAAF) señala que el siniestro se originó por la rotura del cable de acero que conecta las dos cabinas del funicular de la Gloria. Este sistema, diseñado para operar mediante el contrapeso de dos carruajes, falló cuando el cable se quebró, provocando que una de las cabinas descendiera sin control desde el Barrio Alto de San Pedro de Alcántara hasta los Restauradores. La tragedia se saldó con 16 muertos y 22 heridos, y levantó una ola de preguntas sobre la seguridad de estos transportes históricos.
Horas antes del accidente, se había realizado una inspección visual que no detectó fallas, exonerando a la empresa mantenedora de deficiencias previas. Sin embargo, el lugar exacto de la rotura no era visible, y los frenos del funicular fueron inútiles al no estar diseñados para funcionar sin el equilibrio proporcionado por el cable. El vehículo ganó velocidad en una pendiente que usualmente tomaría dos minutos, pero que en esta ocasión recorrió en solo 50 segundos, deteniéndose brutalmente al chocar contra un edificio. El GPIAAF ha indicado que aún no se conocen las causas exactas de la rotura del cable y ha anunciado que un informe detallado se emitirá en 45 días para esclarecer el incidente.
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