En 2019, un caso alarmante de agresiones salió a la luz gracias a una grabadora oculta dentro de un peluche, que los padres de una niña colocaron tras notar que su hija presentaba síntomas de ansiedad. La grabadora reveló serias irregularidades y tratos inapropiados dentro del entorno escolar de la menor. El descubrimiento provocó una profunda indignación y llamó la atención sobre la necesidad de revisar los protocolos de supervisión y seguridad en las instituciones educativas.
El caso generó un amplio debate sobre la protección de los derechos de los niños y la responsabilidad de los centros educativos en garantizar un entorno seguro para sus alumnos. Las autoridades locales se vieron obligadas a intervenir, y se implementaron medidas para fortalecer la vigilancia y formación del personal docente. Este incidente destacó la importancia de la comunicación abierta entre padres, estudiantes y educadores para prevenir situaciones similares en el futuro.
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