Un comediante brasileño, Leo Lins, ha sido sentenciado a más de ocho años de prisión por realizar comentarios discriminatorios en un espectáculo titulado «Perturbador». El tribunal federal de São Paulo dictó la sentencia con base en que sus chistes, dirigidos a diversas minorías, promueven la «propagación de violencia verbal y fomentan la intolerancia». Los comentarios de Lins, que fueron difundidos en YouTube y vistos por más de tres millones de usuarios, fueron considerados una violación a la dignidad humana, prevaleciendo sobre el derecho a la libertad de expresión. La defensa del humorista ha anunciado que apelará la decisión, mientras que el tribunal asegura que la libertad de expresión no puede ser utilizada para justificar discursos de odio.
Además de la pena de prisión, Lins deberá pagar una multa de 300.000 reales (unos 50.000 dólares) por daños morales colectivos. La sentencia ha sido criticada dentro y fuera de la comunidad humorística. Personalidades como Antonio Tabet y Jonathan Nemmer han manifestado su descontento, argumentando que la condena excesiva para un comediante es una violación a su libertad artística. Este caso ha reavivado el debate sobre los límites de la comedia y la responsabilidad de los artistas en la difusión de mensajes potencialmente dañinos para la sociedad.
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