En el contexto económico actual, el gasto en intereses no se incluye en el cálculo del déficit, lo que plantea un desafío para las finanzas públicas. Esto significa que, aunque se logre una reducción del gasto en intereses, no se traduce en un margen adicional para aumentar el gasto en otras áreas. La razón detrás de esta situación radica en las normas contables y fiscales que rigen el tratamiento del déficit, lo cual limita la flexibilidad presupuestaria del gobierno.
Este escenario pone de relieve la importancia de gestionar de manera efectiva las prioridades de gasto público. Aunque a primera vista podría parecer que reducir el gasto en intereses liberaría recursos, la realidad es que esos ahorros no impactan el déficit registrado. Por lo tanto, las estrategias para manejar las finanzas públicas requieren un enfoque integral que considere otros factores económicos, manteniendo un equilibrio entre la reducción de deuda y el sostenimiento de inversiones necesarias para el crecimiento.
Leer noticia completa en El Mundo.


