Israel y Líbano han alcanzado un acuerdo de alto el fuego tras más de un año de enfrentamientos, culminando casi dos meses de incursión terrestre por parte de Israel en el sur del Líbano. La mediación estadounidense, clave en las negociaciones, ha logrado lo que representa un alivio temporal en un contexto de tensiones en Oriente Próximo, mientras la Franja de Gaza sigue sufriendo un conflicto devastador. El alto el fuego, que comenzará a las 4 de la mañana del miércoles, aún plantea varias incógnitas, especialmente sobre el retiro de Hizbulá y su arsenal del sur de Líbano. Este pacto ha sido visto como una última victoria diplomática para la administración de Joe Biden, permitiendo a los demócratas salir de la Casa Blanca con una reducción de tensiones en la región.
El acuerdo estipula un cese temporal de hostilidades por 60 días, en el que Israel y Hizbulá se comprometen a retirarse de sus posiciones en el sur del Líbano. No obstante, la fragilidad del pacto es evidente dado que Hizbulá mantendrá su armamento intacto fuera de la zona de conflicto, y hay dudas sobre si respetará completamente el alto el fuego. Por el lado israelí, el acuerdo brinda un respiro a un ejército que ha estado activo en varios frentes durante más de un año, aunque enfrenta críticas internas debido a la oposición política y social al pacto. Internacionalmente, un comité de cinco países, liderado por Estados Unidos y Francia, supervisará el cumplimiento del acuerdo, buscando evitar que se convierta en un nuevo ciclo de violencia. Sin embargo, la realidad de la situación en Líbano, un país ya al borde del colapso económico y social, añade un elemento de incertidumbre al éxito y duración de este alto el fuego.
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