En el reciente congreso celebrado en Berlín, la Unión Cristiano Demócrata (CDU) reafirmó su compromiso para liderar un nuevo gobierno en Alemania, con Friedrich Merz como el candidato a la Cancillería. Bajo el lema «Wieder nach vorne» (de nuevo hacia delante), Merz manifestó la determinación del partido de no formar coaliciones con el ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), destacando que las políticas de este último son contrarias a los principios democráticos y europeos de la CDU. Además, Merz subrayó la importancia de seguir apoyando a Ucrania y de realizar inversiones significativas en defensa ante la amenaza de Rusia. En este contexto, el apoyo del AfD a algunas de las mociones de inmigración del CDU generó una profunda polémica, provocando manifestaciones masivas y el retorno de Angela Merkel a la esfera pública para repudiar cualquier asociación con la extrema derecha.
A pesar de la controversia política, la CDU sigue al frente en las encuestas, con un apoyo del 29% al 33%, mientras que el AfD ocupa el segundo lugar, evidenciando un resurgir de la ultraderecha que inquieta a diversos sectores. Las reacciones al voto de inmigración generaron un terremoto político, con críticas hacia Merz desde dentro y fuera del partido. Markus Söder, de la CSU, se alinea con Merz, remarcando la necesidad de una política inmigratoria más estricta y criticando la gestión del actual canciller, Olaf Scholz. Las acciones del CDU y la retórica de Merz son observadas detenidamente ya que, a pesar de las advertencias, continúan sosteniendo medidas que limitan el derecho de asilo, algo que podría afectar decisivamente su posición en las próximas elecciones del 23 de febrero. El resultado electoral será crucial para determinar la viabilidad del programa conservador frente a las presiones de una Alemania dividida.
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