En los últimos años, la ciencia ha puesto de manifiesto la estrecha relación entre la alimentación y el bienestar integral, tanto físico como mental y emocional. Diversos estudios han señalado que ciertos patrones alimentarios, en particular aquellos basados en alimentos ultraprocesados, azúcares y grasas saturadas, tienen un impacto negativo en la salud cerebral, aumentando la inflamación y el estrés oxidativo. En contraste, dietas ricas en alimentos naturales, como frutas, verduras y granos enteros, promueven la plasticidad cerebral y protegen contra el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas. Asimismo, se destaca el rol crucial de una dieta balanceada en la prevención de patologías crónicas como enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, con la dieta mediterránea resaltando por su eficacia en este ámbito debido a su riqueza en antioxidantes y grasas saludables.
El avance en el conocimiento científico también ha permitido identificar alimentos con alta densidad de nutrientes, ofreciendo beneficios significativos para la salud general. Un estudio de la Universidad William Paterson posiciona al berro como el alimento más nutritivo, gracias a su elevado contenido de vitaminas y minerales esenciales. De la misma manera, se hace hincapié en la importancia de la hidratación adecuada y la práctica de la alimentación consciente, es decir, prestar atención a las señales del cuerpo para evitar el consumo excesivo y disfrutar de una relación más saludable con la comida. Complementar una dieta adecuada con un estilo de vida activo se presenta como un enfoque integral para mantener un estado óptimo de salud física y mental.
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