El próximo 5 de noviembre, Estados Unidos celebrará elecciones significativas que van más allá de la contienda presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris. Ese día, se renovará la totalidad de la Cámara de Representantes, compuesta por 435 miembros, y un tercio del Senado, que cuenta con 100 senadores. Además, se elegirán 13 gobernadores en diversos estados y territorios del país. En la Cámara de Representantes, los mandatos son de dos años, mientras que en el Senado estos se extienden a seis años, con elecciones escalonadas para asegurar que aproximadamente un tercio de los escaños se renueve cada dos años. En este ciclo electoral, se disponibilizan los escaños de 10 senadores republicanos, 19 demócratas y cuatro independientes. Antes de los comicios, los republicanos mantienen la mayoría en la Cámara de Representantes, mientras que demócratas e independientes afines dominan el Senado.
Las elecciones al Congreso son clave para determinar el equilibrio de poder político en Estados Unidos. El Congreso, dividido en la Cámara de Representantes y el Senado, tiene un papel primordial en el gobierno, ya que es el encargado de legislar y representar a los estados a nivel federal. Los miembros de la Cámara Baja se eligen en función de la población de los estados, mientras que cada estado cuenta con dos senadores en la Cámara Alta. Estos comicios coinciden con las elecciones intermedias, que sirven como referéndum sobre la administración actual y abren la puerta a posibles cambios significativos en la gobernanza del país. A nivel estatal, las elecciones a gobernador en 11 estados y dos territorios, incluidas figuras conocidas como Jenniffer González-Colón en Puerto Rico, son observadas de cerca por su posible impacto en políticas locales y nacionales. Con 27 gobernadores republicanos frente a 23 demócratas, los resultados de estas contiendas podrían redefinir el mapa político de Estados Unidos para los próximos años.
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