La investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), Laia Ribas, ha dedicado más de dos décadas a la acuicultura sostenible, pero en los últimos tres años ha centrado sus esfuerzos en un proyecto aún más ambicioso: la cría de peces en Marte. Esta iniciativa no solo apunta a apoyar futuros asentamientos humanos en el planeta rojo proporcionando proteína animal, sino que también busca promover prácticas más sostenibles en la Tierra.
Para 2050, se prevé que la demanda de pescado superará la oferta disponible, lo que hace urgente explorar alternativas viables. Ribas está participando en la misión Hypatia I, compuesta por investigadoras de distintas disciplinas y edades, que se llevará a cabo en el desierto de Utah, un lugar con condiciones similares a las marcianas. Durante quince días, del 16 al 29 de abril, las participantes vivirán en la Mars Desert Research Station de The Mars Society, simulando las condiciones de vida en Marte: consumo de alimentos deshidratados, agua potable limitada, comunicación diferida con la Tierra y trajes espaciales para las salidas al exterior.
Hypatia I no solo abarcará la cría de peces en Marte, sino también la fabricación de baterías con materiales marcianos, liderado por Neus Sabaté. Además, la misión quiere potenciar el interés por la ciencia en las niñas y jóvenes, visibilizando a las mujeres científicas y sus logros.
El desafío de criar peces en Marte empezó a fraguarse hace tres años, cuando Ribas fue invitada a diseñar una ciudad marciana para un concurso de la Mars Society. Propuso la inclusión de peces como fuente proteica, y desde entonces ha avanzado en las técnicas para hacerlo posible tanto en Marte como en nuestro planeta. Aunque en Marte las dietas serían predominantemente vegetarianas, incluyendo un 70% de microalgas y cultivos terrestres, los peces y aves constituirían un pequeño porcentaje destinado a celebraciones especiales. El grueso de la proteína animal provendría de insectos y cultivos celulares.
Ribas sostiene que, aunque el agua en Marte es limitada, es factible extraerla de los polos y el subsuelo. «Marte es un entorno hostil y vivir allí implicará adaptarse y reciclar al máximo», recalca Ribas, quien planea crear lagos de agua dulce reciclada en parques para la cría de peces.
Durante la estancia en Hypatia I, uno de los principales experimentos de Ribas será examinar cómo la alteración de la gravedad afecta el ADN del pez cebra mediante la aplicación de hipergravedad en el laboratorio, dado que recrear la microgravedad terrestre es complejo. Aunque no puede trasladar los peces cebra a la estación, ha secuenciado su ADN para continuar sus estudios allí. Los resultados podrían tener implicaciones en la acuicultura y la medicina.
Asimismo, Ribas probará un dispositivo innovador de Helena Arias llamado Light Pills, que utiliza una placa solar y luces UV y LED para esterilizar agua y generar luz. Como encargada del invernadero, Ribas se ocupará del huerto y de producir brotes de soja y lentejas para diversificar la dieta durante la misión.
Las investigadoras se enfrentarán a restricciones severas durante la misión, imitando las condiciones de Marte, lo que reforzará la experiencia de aislamiento y autogestión. Además, Ribas se dedicará a divulgar la ciencia a través del proyecto «Buscar la vida en Marte» dirigido a escolares, y desarrollará un juego de cartas sobre la misión junto a Anna Bach y la empresa Lastuf.
Hypatia I, financiada principalmente por crowdfunding y donaciones, es un esfuerzo multigeneracional para inspirar a futuras científicas. «Queremos visibilizar el rol de la mujer en la ciencia e incentivar a las niñas a optar por carreras STEAM», subraya Ribas, quien se muestra más ilusionada que nerviosa ante esta nueva etapa en la investigación y divulgación científica, fusionando la exploración marciana con soluciones sostenibles para la Tierra.