En un giro inesperado en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la comunidad Amish del condado de Lancaster, en Pensilvania, encontró una razón para salir en masa a votar, mostrando un apoyo significativo hacia el candidato republicano Donald Trump. Tradicionalmente reacios a participar en procesos electorales, esta vez los Amish se sintieron motivados debido a la controversia en torno a la regulación gubernamental sobre la leche cruda. La intervención del FBI en la granja de Amos Miller en enero provocó una reacción en cadena, impulsada por una demanda de la Oficina del Fiscal General de Pensilvania y una serie de redadas por parte del Departamento de Agricultura del estado. Las acciones del gobierno, derivadas de preocupaciones por la salud pública vinculadas a productos lácteos crudos, generaron en la comunidad Amish un sentimiento de resistencia contra lo que consideran una regulación excesiva, lo que a su vez latió con las promesas de Trump de reducir la intervención gubernamental.
El caso de Amos Miller y su lucha contra las restricciones estatales se ha convertido en un símbolo para la defensa de derechos individuales, motivando a muchas figuras y grupos conservadores a apoyar su causa. Frente al tribunal, se organizaron manifestaciones y se recaudaron fondos para su defensa legal, lo que polarizó aún más el debate entre intervención estatal y derechos personales. La campaña de Trump aprovechó la situación para ganar apoyo dentro de esta comunidad, organizando visitas y eventos dirigidos especialmente a los Amish. En esta línea, Trump y su equipo supieron capitalizar el descontento para atraer votos en un estado clave como Pensilvania, consolidando una estrategia que lo benefició significativamente en las urnas frente a su oponente, la vicepresidenta Kamala Harris.
Leer noticia completa en OK Diario.