En un contexto de tipos de interés en alza, las cuentas de ahorro vuelven a ser un atractivo para los ahorradores españoles, gracias a las rentabilidades que ahora ofrecen. No obstante, con el repunte de estos beneficios, también vienen aparejadas obligaciones fiscales que los titulares deben considerar. A partir de 2025, los intereses ganados por las cuentas de ahorro deberán ser declarados como rendimientos del capital mobiliario en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), incluyéndose en la base imponible del ahorro que estará sujeta a una escala progresiva de gravamen.
Desde el inicio del año 2025, los tramos fiscales aplicables serán los siguientes: un 19% para ingresos de hasta 6.000 euros, un 21% para aquellos entre 6.000 y 50.000 euros, y un 23% para quienes ganen entre 50.000 y 200.000 euros. A partir de ahí, un nuevo tramo del 27% será aplicable para ingresos entre 200.000 y 300.000 euros, y finalmente, los ingresos que superen los 300.000 euros estarán sujetos a un 30%. Esta última categoría es una adición de la Ley 7/2024, diseñada para aumentar la carga fiscal sobre los grandes patrimonios.
Los intereses generan una retención inicial del 19% llevada a cabo por los bancos, tratándose de un anticipo del impuesto final. Cuando llega la hora de presentar la declaración de la renta, el contribuyente deberá ajustar esta cantidad en función de su base imponible real, lo cual podría resultar en un saldo a favor o a cargo del contribuyente.
Esta normativa no solo afecta a las cuentas de ahorro, sino que también incluye a otros productos financieros como dividendos y fondos de inversión, extendiéndose hasta el régimen de impatriados. La retención inicial aplicada por los bancos es del 19%, pero el ajuste definitivo se realiza durante la declaración de la renta, adaptándose al tramo de ingreso del contribuyente.
Ante estos cambios, resulta fundamental que los ahorradores se familiaricen con las nuevas reglas y planifiquen adecuadamente su estrategia fiscal. Comprender cómo estos ajustes pueden influir en su situación económica es clave para optimizar su carga tributaria y aprovechar al máximo las oportunidades de inversión que puedan surgir en este nuevo entorno financiero.